Margarita apoyaba su cabeza en el ventanal de su pequeño piso un día triste de tormenta, los relámpagos iluminaban toda la estancia a oscuras, y ni la luminosidad de los relámpagos ni el ruido de los truenos la hacían estremecerse de su letargo en el que se encontraba, sus pensamientos no estaban allí, su mirada absorta en ellos; se veía años atrás cuando lo conoció, prácticamente fue una cita a ciegas para ella, ¡porque sí!, aunque había estado un tiempo hablando con él, nunca lo había visto, pero por su forma de expresarse y su conversación lo imaginaba físicamente como un hombre menudito, con gafas y poco pelo, una persona de extrema delicadeza,; por sus conversaciones imaginaba que era de letras, más bien tirando bastante a creyente y practicante. Después de algún tiempo quedaron una tarde para tomar un café, él tenía que venir de fuera. Era una fría tarde de Febrero a las 19 horas, al lado del edificio de hacienda como referencia . Allí estaba esa tarde esperando ver a ese hombre con el que hablaba y no había visto nunca, miraba para un lado y otro, pasaba uno y otro, había un muchacho en una cabina y la miraba, ella se preguntaba -será ese y me ha estado engañando- pero enseguida lo desechaba, hasta que una de las veces miró a su derecha y lo vio acercarse , alto, grande, moreno, -todo lo contrario como lo había imaginado- con una sonrisa, venía mirándola, -porque él si la había visto y sabía como era físicamente- llevaba un paquete en la mano, se acercó, -Margarita ya intuyó nada más verlo que era él-, y se saludaron, le entrego el paquete que llevaba, era una caja de bombones que Margarita aceptó gustosamente dándole las gracias, se miraron, ella estaba muy nerviosa y tenia su sonrisa de siempre, la cual decían era muy bonita porque los ojos le brillaban y se volvían aún más claros que los tenía - color avellana- . Decidieron ir a tomar un café, Margarita no estaba en su mejor momento, pues tenia una pena por dentro por un amor frustrado, estuvieron hablando sobre eso, pues ese tema ya había salido anteriormente en sus conversaciones, y siguieron hablando de unas y otras cosas, hasta que llegó la hora de irse, quedaron en volver a verse otro día a tomar otro café. Desde ese momento él siguió yendo a verla, un día toman un café, otro una cerveza, una copita y´así sucesivamente; él solía ir los martes, los sábados y Domingos, pues eran los días que podía evadirse de sus obligaciones al principio. Unos de esos días en una taberna tomándose una pinta, con la luz apropiada y música del mismo estilo, se miraron y seguidos por sus instintos de ese momento se besaron, sonaba una canción de Julio Iglesias, no sabía exactamente cual, y tímidos los dos se volvieron a mirar y ahí empezó su andadura; prometieron en ese instante no enamorarse aunque mantuviesen una relación, simplemente se gustaban... Margarita como una autómata, se metió la mano en el bolsillo y sacó un paquete de cigarros, cogió uno y se lo llevó a la boca y lo encendió, -aunque no fumaba, siempre tenía ese paquete, para momentos especiales- ni esa breve pausa logró sacarla de su evasión. Aunque habían pasado algunos años, seguía su trayecto en recordar como si hubiese sido ayer. Uno de los días le dijo, ¡tengo una sorpresa!, he reservado en un pequeño hotel rural en la sierra para pasar dos días juntos, -pues eso ya lo habían hablado, pero como una ilusión, una cosa lejana- a Margarita le encantó la idea, es más la deseaba, pues se habían hecho muchas ilusiones con muchas otras cosas, ¡habían construido tantos castillos! y se hizo realidad, ¡fueron los dos días más maravillosos!. De allí salió su primer escrito, su sentimiento, allí se consagró su amor, el que ya iban sintiendo desde un tiempo atrás, sin querer, pero tenía que suceder; allí al mor de la lumbre, a la luz de las velas y con la música; ella con su vestido de noche, -improvisado con una toalla antigua que había en un lavabo- cenaron; entre cojines y con miradas tímidas y lágrimas de alegría, se mimaron y tiernamente se amaron; ya con el rescoldo de la lumbre se fueron a la cama y siguieron amándose, hasta la extenuación. Ahí empezó su relación ese 11M, el mismo día del desastre de Madrid que estando desayunando en el pequeño hotel rural se enteraron, fue un momento de tristeza, pero para ellos había empezado una nueva vida,. Un día que jamás olvidarían por toda la sierra, de la mano, echándose fotografías, con el vídeo, riendo, hablando tonterías que les hacía felices y cómplices a la vez; y terminando la noche en ese pub, que les gustaba ir, bailando, tomándose una copa y pasándose el cigarrillo al lado de la chimenea; era un rinconcito acogedor que les encantaba; había sido un día maravilloso, intenso, como jamás había vivido y que intuía que desde ese día vendrían más días iguales. Así fue, cuando no estaban juntos era todo horas de hablar por teléfono, salía expresamente a llamarla porque por entonces todavía no tenía móvil, y eran monedas y monedas en la cabina, hiciese sol, frío, calor o cayesen chuzos de punta, era lo mismo allí estaba él todos los días a la hora que fuese. Poco después se compró un móvil de la misma empresa para que no les costase caro, y eran mensajes, de ánimo de desánimo por no estar juntos, pues no podían estar todas las horas y días que quería, pero la verdad es que los que estaban juntos los aprovechaban al máximo. Tenían sus cuatro o cinco sitios favoritos, donde casi siempre iban, su cafetería para desayunar, su taberna con sus pintas negras de esa cerveza tan especial, su fondue de queso, su pub de la chimenea, el balneario el parador y como no, la Laguna, ahí estuvieron una sola vez, pero fue estupendo, como lo era todo. Pero siempre al final del día volvían a casa de Margarita, a su habitación tan especial donde el perfume era embriagador a ellos, donde el lecho era de pétalos de rosas, donde el galán por las noches de verano soltaba su olor que los envolvían en deseo y pasión -¡ésta habitación es especial!- decía él -tú eres especial, me ¡vuelves loco!- y así un día y otro... Margarita estaba llena de amor y pasión, bebía los vientos por él, se abrazaban y no veían el momento de separarse, cuando iba llegando la hora que él tenia que retornar, eran las madrugadas horribles que tenían que pasar, después de tanta felicidad, las horas se volvían minutos y a la vez esos minutos eran segundos.. Le regaló un manos libres de coche, para sus madrugadas de retorno hablar mientras llegaba a su destino y no se le hiciese largo -recordaba un día de febrero que lo pasaron muy mal en el trayecto de 56 km, pues tenía sueño y se iba durmiendo, ella le animaba y le hablaba, lo llamaba cuando no contestaba y le decía que se parase, pero él seguía y decía que no se sentía bien, tiró detrás de un camión muy despacito y ella le contaba chistes y hacía todo lo posible para que siguiese adelante, hasta que vislumbró la ciudad; se les hizo eterno, pero por fin pudieron respirar, jamás lo había pasado tan mal, ni cuando lo hospitalizaron. Eran muchos recuerdos los que le venían a la mente, buenos y malos, pero fueron más los buenos, el viaje a Granada, a la sierra, al balneario, las pintas, la chimenea, las celebraciones de los cumpleaños y las onomásticas -eran tantas pequeñas cosas- ; ¡algunas insignificantes pero tan grandes para ellos! Después de una copiosa comida preparada por ellos y un buen vino, se sentaban en la sobremesa con su café, la copita de coñac en el sofá, hablaban y hablaban de sus tristezas y hacían sus castillos en el aire, -cuando tengamos esto, aquello-¡ volaban en la imaginación!.Luego aquella noche un 11 de Agosto, -como en su poesía decía "llegó el día temido, el día presentido, llegó un día once el final, como fue un día once el principio"..- después de un día inolvidable como siempre que estaban juntos, de madrugada llegó lo terrible, él de repente se levantó y dijo ¡no puede ser! ¡no puedo seguir!, ¡esto es mucho sufrimiento!, ¡no llegaremos a nada!; ella se quedó atónita sin reaccionar pues en ese instante no sabía que estaba pasando ni que había pasado, le preguntó ¿pero por qué?, le insistía Margarita, ¿cual es la razón?, hasta ahora había ido todo bien, ella no le había exigido nunca nada, sólo se limitaba a quererlo, amarlo y estar con él siempre que se pudiera, pero sólo recibió por respuesta -no puede ser, no podemos seguir así- ella le pidió si podía leerle una poesía, a lo que él asintió, recito su poesía y mientras la iba leyendo lloraban los dos; ella replicaba una y otra vez -estaré aquí siempre, cuando quieras explicarme- él le entregó las llaves de la casa, se fundió en un abrazo con ella y se fue.. Margarita no podía dar crédito a lo que estaba pasando. con los ojos inundados se recostó en la cama y se decía -esto es un sueño, mañana despertaré y escucharé su voz..- y así susurrándose se quedó dormida. Al día siguiente al despertar de una noche sin sosiego sintió la desesperación de no ser un sueño. Ahora empezaba a vivir la realidad. Lo llamó una y otra vez pero sin tener respuesta, le enviaba mensajes pidiéndole una explicación, ¡porque ahora con todos sus sentidos estaba asimilando todo lo de la noche anterior!Iban pasando los días sin saber nada de él y su angustia la ahogaba, tenía los ojos enrojecidos de tanto llorar, las ojeras eran enormes y vagaba por la casa como alma en pena. No quería pensar, no quería comer, sólo dormir y dormir.. para despertarse y darse cuenta que todo había sido un sueño, pero lo peor es que tampoco podía conciliarlo, solo una vigilia intermitente con sobresaltos. Estaba sola era su mes de vacaciones su familia la llamaba para que se fuese esos días pero ella les daba largas porque no podía estar con nadie. No podía hablar ni pensar en nada, sólo lo tenía a él en su mente en su boca y en todo su ser. Al final se fue con su hija que la esperaba, pero se le hacía muy duro estar allí, en la ciudad que tantas veces habían estado; cuando lo operaron, el congreso y otras tantas... era difícil recorrer las calles sin acordarse de él, iba por todos los sitios que habían pasado, donde se habían tomado una cerveza, donde pasaban las noches, todo le dolía y mucho, pero no podía resistir pasar y recordar todos esos momentos tan felices, de tanto amor, tanta complicidad. Iban pasando los días y semanas con ese dolor. Pero empezó su vida normal, aunque no era tan normal porque cuando llegaban los días que venía, esperaba ansiosa que alguna vez de esos días se presentara dándole una sorpresa, pero nunca llegaba. Ella de vez en cuando le enviaba un mensaje pidiéndole que la llamase o le enviase algún mensaje que sólo quería ser su amiga, solo eso insistía, hasta que dejó de hacerlo. Pasado algún tiempo, un día como otros tantos le sonó el móvil y no podía creer lo que estaba viendo, era él que la estaba llamando toda nerviosa lo cogió y al otro lado escuchó su voz, se preguntaron como esta el uno al otro y a partir de ahí retomaron una amistad, pues solo eso para Margarita ya era mucho. Saber como estaba, como le iba y escuchar su voz. De vez en cuando iba a por ella y comían juntos o se tomaban una cerveza. Se llamaban para los cumpleaños y para el día de sus onomásticas, también para las fiestas Navideñas y otras veces cualquier cosa era excusa para llamarse. Así estuvieron varios años; bastantes. Un día mientras estaba Margarita en una página social mediante el chat una mujer la llamó por su nombre y le preguntó si conocía a "tal persona" y Margarita le preguntó quién era ella y de qué la conocía, le dijo que llevaban siete años viéndose . Un día antes había hablado con él y Margarita le preguntó que le pasaba que lo encontraba raro, él quería decirle algo. pero se arrepintió y quedaron en llamarse otro día. Y ahora ésta mujer le decía que llevaban tantos años juntos y que el día de antes había terminado con ella. Al otro día volvió a llamarla y decirle que iba a ir él, que estaba sufriendo mucho, y siguieron hablando. Después de esos días ésta mujer la bloqueó y no supo más de ella. Margarita le escribió un correo, lo llamó, pero no contestaba, le envió un mensaje lo volvió a llamar y así durante varios días y sin obtener respuesta. Sólo quería saber como estaba y que le estaba pasando. Ella desde siempre había intuido que su historia de amor tendría un final, por su situación y porque en el fondo a él le podía su cobardía, no imaginaba que ahora su amistad terminara de esa forma, que esa cobardía llegara hasta ese punto; sin dar la cara o una explicación después de haber hablado y recordado juntos los tiempos atrás, cuando se amaban, todos los detalles de su amor con melancolía. Estaba casi segura que la primera vez fue por una mujer y porque le podían sus sentimientos de culpa y no tuvo valor a decírselo; y ahora la amistad que tenían se ha roto por otra mujer, y tampoco ha sido valiente. Y a pesar de todo el daño que le ha hecho, no por estar con otras mujeres, si no por no confiar en ella y romper así sin ninguna explicación, porque ella era sincera a la máxima potencia y él sabía que era comprensiva además ¿sí sólo tenían una amistad y lo que tuvieron antaño ya había pasado? ¿por qué no confiaba en ella y dejó de llamarla?. Este año no la llamó ni siquiera para su cumpleaños ni para su onomástica, después de tantos años haciéndolo...
Margarita en ese momento se quedó con la mente en blanco y escuchó un silencio largo, saliendo de su letargo observó que la tormenta ya había terminado, ni se dio cuenta en qué momento todo terminó. Margarita miró al cielo y vio como estaban saliendo las estrellas, se giró y observó que su cigarrillo se había consumido en el cenicero, encendió la luz pequeña que había junto a su ordenador, se puso las gafas y empezó a escribir...
TUS SILENCIOS
Estoy triste porque no me hablas
porque de lo que hubo
en ti no queda nada,
porque sigues con tus silencios
y me imagino tu mirada.....
Cionsy Gea, autora legal de éste relato
Estoy triste porque no me hablas
porque de lo que hubo
en ti no queda nada,
porque sigues con tus silencios
y me imagino tu mirada.....
Cionsy Gea, autora legal de éste relato
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